lunes, 8 de abril de 2024

HIJOS Y AMANTES DE DAVID HERBERT LAWRENCE

 


    Esta foto de D. H. Lawrence, nuestro autor en la próxima sesión del Aula de Lectura, es obra del fotógrafo Nickolas Muray, norteamericano de origen húngaro quien además de ser fotógrafo y esgrimista, fue amante de Frida Kahlo y es a él a quien debemos las fotos más icónicas de esta pintora sin igual. La tercera fotografía los muestra juntos 


 



 

    D. H. Lawrence ha sido un escritor cuya personalidad y obra ha marcado a muchos autores contemporáneos que no han dudado en escribir su biografía resaltando los aspectos que más les han impresionado o más relacionados con asuntos de su interés. Así, Catherine Millet, la crítica de arte francesa que se hizo famosa por publicar sus encuentros sexuales a cual más estrambótico en su libro La vida sexual de Catherine M. Creo que este libro no tiene nada que ver con ensalzar la sexualidad sino que es un desfile nada sutil de encuentros sexuales algunos realmente cutres. Pero, dejando aparte este libro que me parece una tontería mayúscula y un autobombo fastidioso, Catherine Millet ha escrito un canto de amor a D. H. Lawrence que sí vale mucho la pena. Se titula Amar a Lawrence y en él esta autora muestra muy bien no solo cómo se debe leer sino además como leer a Lawrence. Partiendo de su experiencia personal, logra hacer un retrato de nuestro autor y su obra lleno de sensibilidad y de comprensión hacia un escritor mayúsculo. De lectura obligatoria.

 

    Un imprescindible de la literatura y de la crítica literaria es Anthony Burgess, autor de La naranja mecánica y de maravillosas biografías literarias como Un hombre en Deptford sobre Christopher Marlowe, Shakespeare en Nothing like the Sun (inexplicablemente sin traducción al español) o James Joyce en la insuperable Here comes everybody: an Introduction to James Joyce for the ordinary reader que tampoco está traducida y no sé a qué esperan. Es lo mejor que se ha escrito jamás sobre James Joyce. Burgess también tiene una muy personal y sugerente biografía de D. H. Lawrence titulada La vida en llamas que, aunque creo que está descatalogada, por lo menos está traducida. Burgess escribe de manera excelsa, además de ser un erudito y un enamorado de la literatura.

 

    Hijos y amantes, publicada en 1913, es considerada como la obra maestra de nuestro autor y también considerada como la más autobiográfica de sus novelas. D. H. Lawrence, nacido en Nottingham, la patria de Robin Hood y enterrado en Nuevo México es dueño de una profusa obra literaria que abarcó prácticamente todos los géneros. Nottingham está en las Midlands, que Jonathan Coe en su novela El corazón de Inglaterra sitúa como territorio Brexit. Una región imbuida de las esencias inglesas pero sobre todo nostálgica de un Imperio que ya no existe y profundamente racista. Para comprender el Brexit, nada mejor que leer esta extraordinaria novela.



     

    Debajo, el lugar donde reposa Lawrence en Nuevo México. Y al lado el pueblo de Taos donde vivió nuestro autor pintado por Georgia O'Keefe, la pintora urbanita que se enamoró de los paisajes de este estado norteamericano que no por nada se llama "The Land of Enchantment", la tierra del hechizo.

 


    El amante de Lady Chatterley, publicada en 1928 causó un gran revuelo por ser un amor interclases pero también por sus descripciones sexuales. Hasta 1960 no fue publicada en el Reino Unido y sus editores estadounidenses fueron llevados a juicio por obscenidad. No fue esta la primera obra que se prohibió de D. H. Lawrence ya que El arcoiris (1915), su saga familiar, fue tachada de indecente y proscrita para su publicación. En este libro, Lawrence habla de la intimidad y de la sexualidad de una manera libre y en conexión con la naturaleza. La sociedad del momento no estaba preparada para esta reivindicación del amor físico en plenitud. De hecho, en el momento de su fallecimiento D. H. Lawrence era considerado por la crítica, salvo algunas excepciones como E. M. Forster como poco más que un pornógrafo. Ni qué decir tiene que esta valoración es totalmente injusta. No es que no se le puedan encontrar defectos a la obra de este autor, sin duda es a veces demasiado prolijo, desencadenado y hasta repetitivo pero sin él escritores como Henry Miller nunca hubieran encontrado su propio tono.

       El amante de Lady Chatterley, que ha sido profusamente llevada a la gran pantalla, ha sido interpretada de formas muy diferentes, desde el pastiche erótico-festivo como el protagonizado por Sylvia Kristel en 1981 que dirigió su entonces marido Just Jaeckin hasta la versión más reciente, con voluntad de seguir la obra original y con una diferencia fundamental, el voyeurismo de la primera no existe, quizás porque ha sido dirigida por una mujer: Laure de Clermont-Tonnerre en 2022 e interpretada con justeza y delicadeza por Emma Corrin y Jack O'Connell. Os dejo los dos trailers para que valoréis. El primero no tiene desperdicio.



    D. H. Lawrence escribió un opúsculo titulado Sexo y Literatura donde abordaba sin tapujos los efectos de la censura en su obra y abogaba por una literatura libre de tabúes y prohibiciones. En una época en que vuelven a aparecer los fantasmas de la censura, es más importante que nunca reivindicar la figura de un escritor como D. H. Lawrence cuya obra fue vapuleada y reducida a una categoría elemental tal y como está sucediendo ahora donde el criterio propio y la complejidad en el pensamiento tienen cada vez más dificultades para abrirse camino.

    Hijos y amantes, publicada en 1913, es un Bildungsroman marcado por la omnipotente presencia de Gertrude Morel en la vida de sus hijos, sobre todo varones, y especialmente en la de Paul Morel, un joven sensible de temperamento artístico cuya vida amorosa resulta ser bastante complicada por no hablar de la relación con su madre, en algunos momentos bordeando el incesto. Si hay un libro que explica muy bien el complejo de Edipo, conceptualizado por Sigmund Freud es esta novela. Walter Morel, minero, alcohólico es literalmente cancelado de la vida de su familia, siendo el foco de todas las tensiones familiares. Un núcleo familiar dominado por una madre desclasada cuyas esperanzas vitales están puestas en sus hijos. Su decisiva influencia tendrá consecuencias en la vida amorosa de su hijo Paul.

    D. H. Lawrence es el escritor de mujeres que en la medida de lo posible quieren ser económicamente independientes, comprometidas, algunas son sufragistas pero que no pierden la esperanza de amar y ser amadas. Y aquí debo hablar de uno de los libros más interesantes de nuestro autor, Mujeres enamoradas que sigue la vida de dos hermanas Ursula y Gudrun Brangwen y sus respectivas parejas, Rupert Birkin y Gerald Crich. En Mujeres enamoradas, D. H. Lawrence muestra la complejidad de las relaciones entre los integrantes de ambas parejas, si bien Gudrun y Rupert conseguirán una profunda conexión, la relación entre Ursula y Gerald será más tempestuosa. Lo interesante en esta novela es que D. H. Lawrence muestra no solo los cambios que se estaban produciendo en las relaciones entre hombres y mujeres sino también la profunda transformación social del espacio rural en terreno industrial, alejando al hombre (entendido en sentido genérico) de la conexión con la Naturaleza, desposeyéndolo así de su referencia principal e influyendo en su espiritualidad. Es un libro que no es perfecto desde un punto de vista estilístico pero que envuelve al lector de manera magistral. Imprescindible.

   En 1969, Ken Russell, en su momento vanguardista director de cine, se atrevió con esta novela, abundante en reflexiones y muy intimista, todo ello bañado en una atmósfera de erotismo sutil. El resultado no es perfecto pero desde luego que Glenda Jackson, Oliver Reed y Alan Bates brillan con luz propia y me parecen personajes muy en consonancia con D. H. Lawrence. Trailer aquí debajo:


    Sigmund Freud y Thomas Hardy son dos de las mayores influencias de D. H. Lawrence. Así en Hijos y Amantes ambas confluyen perfectamente. De Sigmund Freud las complejas relaciones familiares, de Thomas Hardy las descripciones de la naturaleza, por ejemplo la sensualidad del contacto de las flores con los dedos de Miriam, pero también la irrupción de la mina en el paisaje idílico junto a la gran ciudad, Notthingham, donde todo es desalmado y alienante pero inevitable. Thomas Hardy odiaba la industrialización inglesa y manifestó en numerosas ocasiones su oposición a la expansión del ferrocarril por considerar que envilecía las cualidades campesinas.



    El paisaje minero es una de las constantes de la obra de D. H. Lawrence. Pero no solo el paisaje sino también la vida de los hombres que ahí trabajan. La suciedad de la mina, la fatiga, el hambre, el sueño, el alcohol como escapatoria de una vida durísima pero también la vida familiar y social de esos pueblos mineros cuya masiva huelga de 1983 a 1984 nos contará David Peace en su obra maestra GB84. Hijo de Yorkshire, la República Socialista de Yorkshire, como era conocida esta región minera inglesa, Peace nos relata en este tenso y extraordinario libro la guerra sucia de Thatcher contra los mineros pero también la resistencia heroica de una comunidad que luchó hasta el final por preservar sus puestos de trabajo y la industria que les daba de comer. Alegato sin par contra el capitalismo sin frenos impuesto por la infame Thatcher, es un libro que no se puede olvidar. Mucho más que imprescindible, totalmente necesario.



    Un siglo antes, Emile Zola había publicado Germinal, un libro perteneciente a su ciclo de los Rougon-Macquart que también narra la historia de una huelga en una mina del norte de Francia. Etienne Lantier, horrorizado por las horribles condiciones laborales de los mineros decide iniciar una huelga. El compromiso con la clase obrera, el trabajo frente al capital, son los motores narrativos de esta impresionante novela sin descuidar sus personajes matizados y poderosos que muestran el sufrimiento de la clase obrera. Lantier como socialista convencido y Souverine como el anarquista dispuesto a destruirlo todo son fabulosos pero las mujeres de Germinal son sublimes por su entrega, su compromiso y su enorme capacidad de sufrimiento y resiliencia. Zola fue un indignado antes de tiempo y no dudó en poner su prestigio y su persona al servicio de las causas justas.



    El cine francés que gusta muchísimo de homenajear a sus escritores estrenó en 1993 la película de mayor presupuesto hasta la fecha: "Germinal" dirigida por Claude Berri y protagonizada por lo más granado del cine francés del momento: el ínclito Gérard Depardieu y Miou-Miou entre otros, son parte del elenco y ninguno falla. Una muy buena película, fiel a la obra y que, al igual que D. H. Lawrence muestra de forma etnográfica la vida de los mineros en el siglo XIX. Trailer a continuación.


    Antes de la película "Germinal", concretamente en 1941, John Ford ya había filmado unos mineros en un pueblecito de Gales. "¡Qué verde era mi valle!" es un canto a la tradición, los valores familiares y el amor al trabajo en una conservadora visión muy propia de este enorme director. Un melodrama sólido, filmado con épica e intensidad servida por actores en estado de gracia como Walter Pidgeon, Maureen O'Hara o Roddy McDowall que arrasó con todos los premios pero que, aunque forma parte de la historia del cine, no es ni mucho menos la inquietante, vanguardista y crítica "Ciudadano Kane", estrenada el mismo año pero mucho menos aclamada. Lo de el tiempo pone las cosas en su sitio se puede aplicar aquí perfectamente. Trailer de una gran película aunque no grandísima como la de Orson Welles.


 En el año 2000 se estrenó una película británica situada en el condado minero de Durham. Su título "Billy Elliot (Quiero bailar)", una película perfecta dirigida por Stephen Daldry y protagonizada por los extraordinarios Jamie Bell, Julie Walters y Gary Lewis que narra las ilusiones de Billy, un niño que vive en una gran tensión familiar y social por lograr ser bailarín. Nadie como los británicos para lograr el equilibrio perfecto entre la comedia, el drama, la intimidad y la crítica social. Preciosa y magnífica, de visión imprescindible.


    Mención aparte merece uno de los grandes temas de este libro: la relación madre-hijo (Gertrude-Paul / Gertrude-William) traducida en la oposición de Gertrude a cualquier relación sentimental de sus dos hijos. Y solo estos dos hijos porque Arthur se parece más a su padre y Annie solo aparece en el momento de los cuidados.

    Madres castradoras son Bernarda Alba de La casa de Bernarda Alba, una mujer cuyo fanatismo e intransigencia provocará la tragedia. Lorca supo hacer espléndidos retratos de mujeres cuya opresión e invisibilidad acaba por convertir en monstruos. El cuaderno dorado de Doris Lessing es otro ejemplo literario de las difíciles relaciones madre-hijo. Doris Lessing dejó los dos hijos habidos de su primer matrimonio con su padre en Africa mientras ella se trasladaba a Londres decidida a iniciar su carrera literaria. Volvió a casarse y tuvo otro hijo que vivió toda su vida con ella. Lessing tuvo siempre que justificarse por estar en el club de "las malas madres". Lessing hizo de la maternidad un asunto político.



    Tennessee Williams retrató en su obra teatral El zoo de cristal a una madre dominante que vuelca sus frustraciones en sus hijos incapacitándoles para lograr una vida armoniosa. Amanda Wingfield, abandonada por su marido, ha hecho de sus hijos Laura y Tom dos seres emocionalmente dependientes sometidos a la voluntad de su madre. Es una obra maestra.
    Paul Newman dirigió en 1987 a su mujer en la fidedigna adaptación para la pantalla de esta obra teatral de Tennessee Williams. Por supuesto, Joanne Woodward lo borda y con ella John Malkovich y Karen Allen que interpretan a los hijos de esta mujer tóxica. Una película claustrofóbica pero muy acorde con el espíritu de la obra.


     
Una escritora que ha tratado ampliamente el tema de la maternidad mal vivida y peor gestionada es Lorrie Moore. Su novela Al pie de la escalera es impresionante. No solo muestra las grietas de la maternidad sino que disecciona sin ninguna complacencia el tema de la adopción racializada a través de los ojos de Tassie una estudiante del Medio Oeste que acepta trabajar como canguro de una niña afroamericana adoptada por una pareja blanca de clase media. Excelente!!!


    También Joyce Carol Oates en sus dos excelentes novelas Hermana mía, mi amor y Blonde retrata muy bien la maternidad mal entendida. En la primera, libremente inspirada del caso real de JonBenet Ramsey, una mini-reina de la belleza que fue hallada muerta en su casa, Oates se muestra implacable con la explotación infantil de los concursos de belleza para niñas y muestra la despreciable cara del éxito a toda costa. La madre del libro arrastra a toda su familia y muy particularmente a su hija asesinada en una espiral delirante de persecución del sueño americano. En Blonde, que narra la vida de Marylin Monroe, Oates narra la falta total de atención de la madre de Norma Jean a la que no dudó en meter en un orfelinato mientras intentaba recomponer en vano su maltrecha vida. Dos novelas espectaculares como todas las de Joyce Carol Oates. Para leer sin moderación!!!



 Y para madres malas, la de Norman Bates en "Psicosis" de Alfred Hitchcock. Así está el pobre Norman Bates, convertido en serial killer psicótico gracias a su madre. Película de 1960, auténtica obra maestra protagonizada por Anthony Perkins y Janet Leigh. Aunque esta última tiene un papel cortito, fue el papel de su vida. Y de la nuestra.


  El tema de la suegra malvada es icónico en el rancio mundo de los refranes y un filón para lo que suele llamarse sabiduría popular que suele ser estulticia popular. Gertrude Morel no soporta a Miriam y hace de todo para conseguir que Paul no siga con ella. No obstante, para aquellxs que tengáis una suegra maja, os avanzo que el 26 de octubre es el Día Mundial de la Suegra por si queréis hacer algún regalo a esta figura tan denostada. Como regalo os recomiendo Memorias de una suegra de George R. Sims. Publicado en 1887 es una sátira que sin embargo deja en muy buen lugar a la suegra protagonista.

    El maestro Alfred Hitchcock nos regaló una futura suegra incomparablemente mala en "Los pájaros", obra maestra de 1963 en la que Jessica Tandy, madre de Rod Taylor, estaba dispuesta a hacerle la vida mártir a Tippi Hedren, una pijilla de San Francisco enamorada de Mitch Brenner (Rod Taylor). Las pullas de Tandy a Hedren cuando la conoce son de antología y muestran lo extraordinariamente bien que Hitchcock dominaba el subconsciente.

    Y otra suegra mala, malísima de película es Virginia Grey en "La mujer X" donde la hace la vida imposible a Lana Turner. Película de 1966 dirigida por David Lowell Rich es uno de esos melodramas como solo podía interpretar esta estupenda actriz. La suegra de Lana que no está nada contenta que su hijo, un remilgado John Forsyth, se case con esta modesta dependienta, urde una trama para hacer pasar a Lana por adúltera con la ayuda de Ricardo Montalbán, que siempre hace estupendamente de playboy. Una película solo para adictos inveterados a los melodramas. Debajo foto de Lana Turner porque desde luego ella sí que lo vale.


    Seamos madres, suegras, simpáticas, castradoras, consentidoras, dominantes o dispuestas a inmolarse en el altar de la maternidad, no olvidemos

 PENSAR LA LITERATURA, PENSAR EL MUNDO.

Y cómo no, la lectura es

    ¡¡¡PARA DISFRUTAR SIN MODERACIÓN!!!