Bienvenidos a la primera sesión de la sesión cero del Club de Lectura IEJI!!! En este primer bloque dedicado al escándalo vamos a estudiar dos obras que sin duda causaron una gran polémica en el momento de su aparición en 1895 y 1899 respectivamente. Tanto para Hardy como para Chopin, la crítica recepción de sus dos obras causaron un profundo desasosiego que les llevaron a abandonar el género de la novela para Hardy y prácticamente también para Chopin, cuya salud además se deterioró poderosamente.
Thomas Hardy ya había sufrido acerbas objeciones por parte de los críticos y la sociedad bienpensantes a quienes molestó sobremanera la historia de Tess, la de d'Urberville. Debo decir que Tess d'Urberville es una gran novela de personajes, la propia Tess, una mujer víctima de las circunstancias y concretamente de su pobreza económica. Tess no es una analfabeta como sus padres, tiene cierta instrucción, es inteligente pero no puede llegar al nivel de Alec d'Urberville, un aristócrata que no esconde sus vicios y, en particular, su enfermizo deseo por Tess, ni al de Angel Clare, el típico reformista del siglo XIX, cuyas ideas utópicas y su rigidez de carácter precipitarán la tragedia de nuestra heroína. La escena del asesinato de Alec en Stonehenge es sencillamente sublime. En Tess of the d'Urbervilles, Hardy incluye escenas muy sensuales como la seducción de Tess por Alec, lo cual a pesar de su celebridad, Lejos del Mundanal ruido había sido un gran éxito, hizo que las críticas arreciaran sobre Hardy. Ya sabéis que la Inglaterra victoriana no era muy amiga de dejar al descubierto brazos o tobillos. Un clarísimo heredero de Thomas Hardy es D. H. Lawrence, por su tacto al describir la seducción o el sentimiento amoroso. Eso sí, él no dudaría en mostrar ya no brazos o tobillos sino todo y en hacer hablar a sus personajes abiertamente de sexo. Como muestra, El amante de Lady Chatterley que no logró publicarse hasta los años 60 en Gran Bretaña y en España bastante más tarde. La novela narra no solo un adulterio sino que para colmo de males, Lady Chatterley se acuesta con el jardinero, un hombre de la clase obrera!!! Oliver Mellors, nuestro viril jardinero, es una constante en el imaginario sexual británico.
Y es que Thomas Hardy supo describir muy bien esa Inglaterra rural, donde las clases sociales empezaban a estar menos separadas, donde los campesinos ya no eran siervos de la gleba sino que podían leer y escribr e incluso intentar acceder a la condición de granjeros, ahí tenemos a Gabriel Oak, por ejemplo, protagonista de Lejos del mundanal ruido. Jude el Oscuro, en mi opinión la mejor novela de Thomas Hardy muestra la lucha inútil del campesino Jude por acceder a una mayor instrucción en Christchurch, anhelo truncado por el férreo clasismo imperante en la educación de la época y por la intervención de Sue Bridehead, uno de los personajes femeninos más fascinantes e interesantes de la literatura victoriana y de las más adelantadas, odia el matrimonio en el que no cree y vive con Jude maritalmente sin estar casados. Este libro fue tan criticado y vilipendiado cuando apareció que Hardy dejó de escribir novelas, tal fue el revuelo que se armó. Este libro, concretamente, en una avanzadilla de lo que podríamos denominar estilo Inquisición o Nazi fue quemado públicamente y tachado con los más brutales epítetos.
Hay película de los dos libros. "Tess" de Roman Polanski que sencillamente me arrebató y pienso que el Director no solo supo encontrar a la perfecta encarnación de Tess en la pantalla, una impecable Nastassia Kinski sino que recréo con mucho acierto ese mundo campesino agonizante frente a la todopoderosa Revolución Industrial. Jude el Oscuro también tiene película. Como en "Tess" perfecta ambientación, no me la perdería. Aquí os dejo el trailer de ambas.
La topografía de Thomas Hardy es también una de sus características más originales. Si ya hemos visto cómo George Eliot había inventado Middlemarch, Hardy creó toda una provincia, Wessex. Wessex fue en la Edad Media uno de los siete reinos principales que precedieron la formación del reino de Inglaterra, deriva de West Saxons y estaba situado en el suroeste de Inglaterra. Thomas Hardy lo convirtió en el lugar imaginario donde transcurrirían sus novelas incluyendo por ejemplo a la ya mencionada Christchurch, ciudad universitaria o Casterbridge, la ciudad del comercio. Como véis, antes del Macondo de García Márquez o Regíon de Juan Benet, ya teníamos lugares imaginarios.
Si queréis conocer de primera mano y con una poética propia los lugares imaginarios de la literatura, no podéis perderos el libro de Alberto Manguel escrito al alimón con Gianni Guadalupi, Guía de los lugares imaginarios, una extensiva recopilación con explicación incluida de unos viajes que no se pueden experimentar en la vida normal.
Alberto Manguel es uno de esos grandes lectores que saben escribir como nadie sobre sus lecturas. Es una auténtica gozada la pasión que transmite por los libros. Todo Manguel vale la pena.
Hardy tiene numerosísimas obras en su haber. Mis favoritas Lejos del mundanal ruido y El alcalde de Casterbridge. Hardy, que hoy en día hubiera sido un feroz ecologista, estaba muy a favor de la brecha entre el campo y la ciudad, se opuso a la extensión del ferrocarril que consideraba no solo un atentado paisajístico sino también una exportación de los vicios de las ciudades a un prístino campo que solo existía en su imaginación. La vida rural era durísima y los campesinos solo soñaban con encontrar un trabajo mejor remunerado en la ciudad. De lo que encontraron, hablaremos en sesiones siguientes y más concretamente en el bloque II.
En Thomas Hardy los triángulos amorosos son marca de la casa. En Jude el Oscuro, los personajes principales están inmersos en un triángulo: Solo se salva Phillotson, el maestro de escuela quien solo se debate entre su profundo amor por Sue y las reticencias de ésta a la vida en común.
- Jude entre Sue y Arabella.
- Arabella entre Jude y Carlett (su segundo marido).
- Sue entre Jude (al que verdaderamente ama) y Phillotson (al que no ama pero junto a quien decidirá pasar el resto de su vida).
El matrimonio para la mujer en el siglo XIX era la entrada a una sumisión al marido sin límites. El divorcio existía pero era tan estigmatizador y tan lesivo para la mujer y también el hombre (ver Phillotson y el consiguiente vía crucis tras su divorcio) que en la práctica el matrimonio era indisoluble. Thomas Hardy, sufrió en carne propia los rigores de la indisolubilidad del matrimonio victoriano. Según él, un matrimonio debía disolverse en cuanto se convertía en algo cruel. El matrimonio de nuestro escritor fue uno de tantos, desde luego no se privó de tener una amante, con la que se casaría tras enviudar. Eso sí, en un arrebato a lo Sue Bridehead cuando su mujer legítima falleció, se dio cuenta de lo mucho que la quería y a ella le dedicó todos sus poemas. Hardy tuvo una gran carrera como poeta tras abandonar la novela y hoy en día sus poemas forman parte del corpus literario británico. Os dejo aquí una pequeña muestra.
Al fin me desvisto del amor,
por dos decenios
albañil de mi pensamiento,
mi esperanza y mi corazón;
me avergüenzo
de tantos temores
y desolaciones
labrados en su persecución:
desde los tiempos de mi juventud
esos desasosiegos
con los que el corazón subyuga
al vigoroso y al anciano
se transformaron en mis camaradas;
ciego y testarudo
me alejé de mis parientes
para rendirle pleitesía.
Yo era precipitado
como un niño;
no tenía vacilaciones ni suspiros
ni reparos;
pero apenas el amor me señaló
quedé al desnudo,
empobrecido, seco, carcomido
por el hambre y la fiebre.
Demasiadas veces bajo el ardor
de fuegos fatuos,
seducido por sus ardides
en nuevos abrazos;
terco e iracundo
dibujé inquietud
en la sonrisa de un rostro familiar.
De ahora en adelante
no confundiré lo tosco con lo delicado,
ni la llovizna con el rocío,
ni la hora gris con la más luminosa,
ni al viento con un gemido rebosante de anhelo,
ni lo perfecto con lo tullido,
ni el bello tono de lo soñado
con el prosaísmo de la vigilia.
Hablo como quien sondea
la siniestra profundidad de la vida,
uno que hace todo lo posible
por abrazar verdades claras y ciertas.
¿Qué nos queda después del amor?
Una escena que nos deja cabizbajos
y un puñado de horas repletas de ausencias:
después, el sudario.
por dos decenios
albañil de mi pensamiento,
mi esperanza y mi corazón;
me avergüenzo
de tantos temores
y desolaciones
labrados en su persecución:
desde los tiempos de mi juventud
esos desasosiegos
con los que el corazón subyuga
al vigoroso y al anciano
se transformaron en mis camaradas;
ciego y testarudo
me alejé de mis parientes
para rendirle pleitesía.
Yo era precipitado
como un niño;
no tenía vacilaciones ni suspiros
ni reparos;
pero apenas el amor me señaló
quedé al desnudo,
empobrecido, seco, carcomido
por el hambre y la fiebre.
Demasiadas veces bajo el ardor
de fuegos fatuos,
seducido por sus ardides
en nuevos abrazos;
terco e iracundo
dibujé inquietud
en la sonrisa de un rostro familiar.
De ahora en adelante
no confundiré lo tosco con lo delicado,
ni la llovizna con el rocío,
ni la hora gris con la más luminosa,
ni al viento con un gemido rebosante de anhelo,
ni lo perfecto con lo tullido,
ni el bello tono de lo soñado
con el prosaísmo de la vigilia.
Hablo como quien sondea
la siniestra profundidad de la vida,
uno que hace todo lo posible
por abrazar verdades claras y ciertas.
¿Qué nos queda después del amor?
Una escena que nos deja cabizbajos
y un puñado de horas repletas de ausencias:
después, el sudario.
Foto a la izquierda, Emma Gifford, primera mujer de Hardy y a la derecha Hardy con Florence, su segunda mujer.
Kate Chopin por el contrario tuvo una vida matrimonial satisfactoria, solo empañada por la temprana muerte de Oscar Chopin, su marido.
Este hecho no impidió que Kate Chopin fuera más que consciente que el matrimonio podía no ser la felicidad para una mujer aunque, desde luego, fuera muy difícil evitarlo. La temida figura de la solterona estaba a la vuelta de la esquina con su corolario de soledad y muchas veces grandes estrecheces económicas. La mujer no tenía acceso al trabajo, particularmente la mujer de clase media alta ya que el florecimiento de la Revolución Indistrial sí hizo que las mujeres trabajadoras, peor pagadas y aparentemente más dóciles, empezaran a trabajar en las fábricas a destajo. El tema del trabajo inhumano fue recogido por Victor Hugo en su magna obra Los miserables. El personaje de Fantine que debe dejar a su hija al cuidado de los infames Ténardier muestra bien que la maternidad era prácticamente incompatible con el duro trabajo en las fábricas.
En este continuo diálogo que la literatura establece entre el presente y el pasado, una película francesa cuya acción se desarrolla en el mismo lugar de Los miserables pero dos siglos después, "Les misérables" dirigida por Lady Lj. Una película audaz, atrevida y que nos muestra muy claramente que Los miserables siguen ahí en una Francia contemporánea sumida en una profunda crisis identitaria. Trailer aquí debajo.
Las clases sociales están muy presentes, tanto en la obra de Hardy como en la de Kate Chopin. Si Hardy muestra bien a las claras que entrar en la Universidad será imposible para Jude porque un cantero no puede ser un Oxbridge, también Chopin nos muestra el estilo de vida de las clases altas y, aunque el tema racial no es el que más presencia tiene, sí vemos que Edna tiene claro que su separación de Léonce va a reducir su nivel de vida. Edna quiere vivir de su trabajo en libertad, no de un hombre.
Edna Pontellier se encuentra en la transición entre la mujer decimonónica, cuya representante en este libro es Adèle Ratignolle y la nueva mujer que empezaba a surgir con fuerza, concretamente a través del movimiento de las sufragistas.
Cuáles eran los postulados de la nueva mujer?: Básicamente tres:
- Derecho a la independencia económica.
- Derecho a la libertad política.
- Derecho a priorizar las actividades artísticas frente a las domésticas.
Defensoras de estos derechos fueron dos escritoras norteamericanas de primera magnitud: Edith Wharton (vieja conocida de este Club de Lectura - foto izquierda) y Willa Cather.
Que la mujer estaba inmersa en una lucha sin cuartel para conseguir estos derechos lo prueban algunas novelas de la época como Nuestra Carrie de Theodore Dreiser que escenifica los esfuerzos de Carrie por obtener su independencia económica en el Chicago de principios de siglo. Un novelón absoluto como acostumbra a escribir Dreiser.
A pesar de los cambios que se iban perfilando en el horizonte, la mujer seguía sometida muchas veces a matrimonios abusivos. Un ejemplo literario terrible es El papel amarillo de Charlotte Perkins Gilman. Esta novela corta nos describe el descenso a los infiernos de una mujer con depresión post-parto cuyo marido la encierra en una habitación y le suministra analgésicos para mantenerla completamente idiotizada. Un libro que no deberíais perderos.
No hace falta recordaros que la locura ha sido uno de los múltiples argumentos esgrimidos por la sociedad patriarcal para quitarse de en medio a las mujeres que molestaban. Las brujas también fueron objeto de semejante persecución, muchas veces porque eran mujeres independientes sin necesidad de hombres y otras porque sus conocimientos médicos, muchas parteras fueron acusadas de brujería, amenazaban el estatus de algunos hombres prominentes de la comunidad.
A este respecto, recomendaros El crisol de Arthur Miller, que no solo va de brujas sino sobre todo de "la caza de brujas" perpetrada por el feroz anti-comunista McCarthy en el Hollywood de los años 40. Una obra teatral extraordinaria que bucea en las raíces de la histeria colectiva y sus terribles consecuencias.
Siguiendo con el tema de las brujas, desearía recomendaros un libro de Mona Chollet, titulado Brujas. Estigma o la fuerza invisible de las mujeres? que de forma amena trata la creación de este estereotipo femenino. Un libro en la era Metoo de imprescindible lectura.
Y cómo no, no puedo dejar de recomendaros "Las sufragistas", película de 2015 dirigida por Sarah Gavron y protagonizada por Carey Mulligan, Helena Bonham- Carter y Meryl Streep en el papel de Emmeline Pankhurst, una de las líderes de este movimiento. Por cierto, Emmeline odiaba a Virginia Woolf a quien consideraba una auténtica degenerada por su modo de vivir muy alejado de las convenciones morales de la época. Pero qué hubiera sido de nosotras sin Una habitación propia? En cualquier caso, dos mujeres admirables sin las cuales hoy probablemente estaríamos en casita esperando al marido para darle de cenar. Virginia a la izquierda, Emmeline a la derecha. Y debajo trailer de la película.
¿HAN LOGRADO LAS MUJERES LOS PLENOS DERECHOS? UNA APROXIMACIÓN LITERARIA
Creo que Sue y Edna estarían muy contentas de vivir en nuestra época. Sobre todo comparada a la suya. No obstante, todavía hay camino por recorrer lo que algunos autores contemporáneos nos han mostrado en sus obras.
La magnífica Siri Hustvedt, la mujer que quisiera ser, me falta todavía bastante, nos enseñó en su estupenda novela Un mundo deslumbrante que el arte contemporáneo dista mucho de haber integrado plenamente a las mujeres. Así, la protagonista de esta novela que mezcla entrevistas, diarios y artículos, Harriet Burden, viuda de un importante marchante de arte, decide que presentará su obra pero, con autoría masculina. Para hacerlo, escoge a tres artistas de variopinta trayectoria que, en un principio, se mostrarán cooperativos pero las cosas no saldrán exactamente como estaban previstas. Un libro de una exigencia intelectual, tal y como nos tiene habituada esta autora pero sobre todo una mirada nada complaciente al mundo del arte que prefiere a la mujer posando (a ser posible en pelotas) que pintando o creando. Absolutamente imprescindible.
El segundo libro que quisiera mencionar es En manos de las furias de Lauren Groff. Este interesantísimo libro saltó a la fama mundial, aunque tiene méritos para ello, porque Barack Obama afirmó que le había encantado. La verdad es que últimamente esta pareja no hace más que hablar de cómo han superado sus problemas matrimoniales, etc.... Tanto va el cántaro a la fuente....En este libro de Lauren Groff el matrimonio no es precisamente un camino de rosas, sobre todo para su protagonista, Mathilde, la abnegada esposa de Lotto Satterwhite a quien va a ayudar a triunfar en el mundo teatral, principalmente por los arreglos que le hace a sus obras y por su entera dedicación al desarrollo de la carrera de su marido. Este libro contiene uno de los discursos más machistas, estúpidos y lleno de tópicos ¿completamente superados? que yo haya leído jamás. Por supuesto, pronunciado por Lotto y con unas copitas de más. También consuela que a partir de ahí va para abajo. Un libro muy recomendable.
Por último, un libro de un autor que no creo que veremos en el Club de Lectura pero cuya honestidad intelectual y su militancia anti-Trump le han convertido en una figura moral en la convulsa Norteamérica de nuestros días. Me refiero a Stephen King, candidato al premio Nobel y me encantaría que se lo diesen por la cantidad de lectores que le siguen y por esa rectitud y tolerancia que le caracteriza. Además de haber creado como Hardy un paisaje propio, Castle Rock, ubicado en Maine, ha escrito con su hijo Owen un libro titulado Bellas durmientes donde narra la aparición de una misteriosa epidemia que duerme a las mujeres y las envuelve con una especie de envoltorio de seda, a la manera de un capullo. Si se las despierta, entran en una rabia incontenible y matan a quiénes lo intentan, normalmente hombres.
Las mujeres, muchas de ellas maltratadas, están viviendo en una especie de limbo donde sin perder el tiempo se organizan y logran construir una comunidad justa, autónoma, sin maltratos, sin violencia y donde cada una aporta al bien común. Ya se prevé que algunas no van a querer volver al mundo despierto donde eran mucho menos consideradas, respetadas y amadas.
Un canto de Stephen King y de su hijo Owen a una sociedad regida por mujeres que, según estos autores, sería infinitamente mejor. Un libro entretenido en la mejor tradición de nuestro autor.
Siguiendo el lema de nuestro Club,
¡¡¡PARA DISFRUTAR SIN MODERACIÓN!!!
